
Sobrevivir al cáncer: cuando el alta médica es solo el comienzo
Recibir el alta médica después de un tratamiento contra el cáncer suele vivirse como una meta alcanzada. El fin de una etapa marcada por hospitales, tratamientos y miedo. Sin embargo, para muchas personas, ese momento también marca el inicio de otra travesía, igual de compleja: la de reconstruirse, física y emocionalmente, en una nueva vida que ya no es igual a la de antes.
“Sobrevivir al cáncer no significa solo haber dejado atrás la enfermedad, sino comenzar a vivir de una manera distinta”, afirma la psicóloga Erika Martínez. “Muchas personas tienen que redescubrir su cuerpo, sus relaciones, sus rutinas. Es una transformación profunda.”
Y es que la experiencia no termina con el tratamiento. Según Martínez, alrededor del 20% de las personas que han superado un cáncer experimentan ansiedad o depresión durante el primer año posterior. El miedo a una recaída, los cambios físicos y la presión por “volver a la normalidad” pueden generar una carga emocional difícil de sobrellevar.
Lejos de lo que muchos piensan, ese “regreso a la vida” no siempre es inmediato ni lineal. Volver al trabajo, retomar la vida familiar o social, incluso reconocerse frente al espejo, puede ser todo un reto. Pero también, dicen muchos sobrevivientes, puede ser una oportunidad para vivir de forma más consciente: valorar el tiempo, fortalecer vínculos, cuidar el cuerpo y la mente.
Los cambios físicos también forman parte de esta etapa. Algunas personas requieren dispositivos médicos, otras viven con cicatrices visibles o enfrentan alteraciones en su energía o su deseo sexual. Asumir estas transformaciones sin vergüenza ni juicio es parte del proceso de adaptación.
En este contexto, el acompañamiento psicológico, las redes de apoyo y el autocuidado no son opcionales: son esenciales. Caminar, nadar, practicar yoga, alimentarse de forma saludable, evitar el alcohol y el tabaco son hábitos que no solo fortalecen el cuerpo, sino que brindan una sensación de control y equilibrio emocional.
Martínez subraya, además, la importancia de la detección oportuna. En el caso del cáncer de vejiga, por ejemplo, cuando se detecta en una etapa localizada, la probabilidad de supervivencia a cinco años es de hasta el 97%. No obstante, en México, en promedio, se tarda casi un año desde que aparecen los primeros síntomas hasta que se obtiene un diagnóstico adecuado. “Esto debe cambiar. Escuchar el cuerpo y hablar abiertamente sobre salud puede marcar la diferencia”, señala.
Cada 23 de junio, el Día del Sobreviviente de Cáncer nos recuerda que la lucha no termina con el alta médica. Es también una oportunidad para mirar con empatía a quienes han pasado por esta experiencia, sin etiquetas ni estigmas, reconociéndolos como personas que han transformado su historia y que siguen escribiendo nuevos capítulos, desde una vida más plena, más presente y más suya.
Porque sí: después del cáncer, no solo hay vida. Hay otra forma de vivirla.