¿Qué lleva hoy un estudiante en su mochila? Un reflejo de la era digital, el estilo y la sostenibilidad
El regreso a clases ha dejado de ser sinónimo de cargar pesados libros y libretas. Hoy, la mochila del estudiante moderno es un microcosmos de su vida digital, académica, social y, cada vez más, sostenible. En este nuevo contexto, marcas como Gaston Luga están reinventando la manera en que se diseña y se entiende este accesorio imprescindible.
Lejos quedó la imagen de la mochila escolar repleta de útiles tradicionales. Ahora, su contenido refleja una rutina híbrida donde las clases presenciales se mezclan con sesiones virtuales, los apuntes se almacenan en la nube y el aprendizaje ocurre desde el aula, una cafetería o un espacio de coworking. En su interior, es común encontrar:
- Laptops y tablets ultraligeras
- Audífonos inalámbricos
- Cargadores portátiles
- Termos reutilizables o botellas inteligentes
- Algunos libros físicos
- Lentes, tanto ópticos como para protección de pantalla
Aunque las libretas siguen presentes, han perdido protagonismo frente a la digitalización. La mochila ya no solo transporta, representa: un estilo de vida donde la funcionalidad, el diseño y la conciencia ambiental se cruzan.
En respuesta a estas nuevas necesidades, Gaston Luga ha desarrollado mochilas que mezclan estética y tecnología. Incorporan compartimentos acolchados para dispositivos, cierres ocultos para mayor seguridad y materiales resistentes al agua para proteger los objetos en cualquier contexto urbano. Además, sus diseños son genderless, sobrios y versátiles, pensados para una generación que prioriza la eficiencia sin renunciar al estilo.
La sostenibilidad también se abre paso como un valor central. La nueva generación estudia, trabaja y se moviliza con una conciencia clara: consumir menos y mejor. Por eso, las mochilas hechas con materiales veganos y duraderos se han vuelto cada vez más atractivas. No solo buscan una pieza funcional, sino una que acompañe su visión del futuro.
En este nuevo ciclo escolar, la mochila deja de ser un simple contenedor. Se convierte en un símbolo del presente académico: digital, ecológico y expresivo. Porque hoy, más que llevar objetos, se porta una forma de ver el mundo.
