
Tras los muros, nace la luz: el arte como camino de libertad en los centros penitenciarios
La historia del pintor italiano Caravaggio parece sacada de una novela: perseguido por la justicia, condenado al exilio, creó algunas de sus obras más impactantes mientras huía, sin más refugio que su arte. Más de 400 años después, su legado inspira un principio poderoso: la libertad no siempre se encuentra en el cuerpo, sino en el alma creativa.
Hoy, en los Centros de Readaptación Social de México, donde más de 250 mil personas viven privadas de su libertad, el arte está demostrando que también puede ser una vía de transformación profunda, incluso en contextos de encierro.
Uno de los ejemplos más recientes se vivió en julio, cuando el conductor y artista visual Mauricio Castillo impartió un taller intensivo de pintura a 20 internos en dos Ceresos de Apodaca, Nuevo León. La iniciativa formó parte de un programa de intervención artística respaldado por la 3ª Feria Internacional Arte Capital, evento que promueve el arte como herramienta social y cultural.
“Lo que encontré fue mucho más que una actividad recreativa”, relata Castillo. “En sus obras había nostalgia, humanidad, dolor, pero también una fuerza creativa real. Vi retratos que hablaban de amor, de familia, de pérdidas. Me impactó profundamente”.
Durante ocho horas distribuidas en cuatro días, el taller se enfocó en el desarrollo técnico y expresivo de los participantes, muchos de los cuales ya tenían experiencia previa en actividades artísticas. Pero para Castillo, el verdadero valor fue ver cómo esos hombres comenzaron a verse a sí mismos como artistas, no solo como internos.
Arte que transforma, cifras que respaldan
La evidencia es clara: según un estudio reciente del INEGI y la Secretaría de Cultura, las personas privadas de la libertad que participan en procesos creativos experimentan un 35% más de bienestar emocional, mayor resiliencia y mejor capacidad de resolución de conflictos. Además, las estadísticas apuntan a una reducción del 45% en conductas agresivas y autolesiones dentro de los centros que cuentan con programas artísticos activos.
Sin embargo, aún falta mucho por hacer: solo el 15% de los centros penitenciarios en México ofrecen actividades creativas de forma regular. Para la gran mayoría, el día a día transcurre entre el silencio, la rutina y la espera.
El arte como reencuentro
“Cinco de los participantes mostraron un talento técnico sorprendente. Creo sinceramente que el arte puede ser para ellos no solo una herramienta de redención, sino una oportunidad real para rehacer su vida. Más allá del tiempo que les quede en prisión, lo importante es que descubran una nueva identidad: la del creador”, afirma Castillo.
Y es precisamente esa visión la que impulsa la próxima edición de la Feria Internacional Arte Capital, un espacio donde las voces creativas de todos los contextos —incluidos los penitenciarios— pueden encontrar eco y visibilidad.
El arte, como demuestra la historia de Caravaggio y como lo viven hoy miles de personas tras las rejas, no necesita libertad física para existir. Necesita impulso, acceso y una mano extendida. Y cuando eso sucede, se convierte en algo más que un pasatiempo: es una nueva forma de habitar el mundo, de contarse a uno mismo desde otro lugar.